domingo, 7 de diciembre de 2014

Mi Renuncia a: Convocatoria al Psicoanálisis

Mar del Plata 26 de noviembre de 2014
A los miembros de Convocatoria al Psicoanálisis:
Me dirijo a Ustedes a fin de hacerles presente mi renuncia, indeclinable, a partir de la fecha, al colectivo institucional al cual hasta hoy he pertenecido. Es un malestar en la institución, insanable para mí, lo que me lleva a tomar esta decisión. Fundamentalmente, aunque han sido mencionados en algunas oportunidades, temas que considero centrales a la constitución de una Institución psicoanalítica, no los hemos trabajado. Me refiero al fin de análisis, el pase, y agregaría la dificultad de constituir carteles. Estas cuestiones conducen a que, si bien, siempre hemos propuesto nuestro funcionamiento basado en la horizontalidad democrática, tengan más peso diversas instancias especulares en el devenir grupal, como por ejemplo, diferencias imaginarias y prestigios personales. Entiendo que todo lo que pueda referir a la institución, me incumbe, como miembro que he sido desde su constitución en el año 1995, y miembro de sucesivas Comisiones Organizadoras y Comisión Directiva. Las consecuencias de estas cuestiones que señalo son múltiples, pero, a partir de mi dimisión, considero no me incumbe analizarlas. A disposición de quien quiera hablar conmigo personalmente, me despido con mis más cordiales saludos
Leopoldo Mario Piazza
Celular: 2236810465
leopoldopiazza@gmail.com

viernes, 8 de junio de 2012

Reflexiones a partir de la pregunta de una alumna

Escena: Centro de Salud del sistema municipal de Atención Primaria de la Salud. En este servicio en particular se brinda atención de pediatría, clínica médica, servicio social, enfermería y psicología. En mi rutina como psicólogo en la Municipalidad de Gral. Pueyrredón, ya hace más de 15 años, recibo alumnos para acompañarlos en diversas prácticas (Residentes de pre grado del Área Clínica; Concurrentes de post grado: y más recientemente, alumnos observadores de la Cátedra de Psicología Clínica). Un momento privilegiado, y compartido por estas diversas prácticas, para observar un “Psicólogo en acción”, son estas entrevistas de admisión. En esta ocasión se trata de una primer entrevista de admisión (sabemos que la admisión es un proceso y que puede realizarse en una serie de entrevistas, pero detallar esto ya es material para otro trabajo), y realizaríamos esta entrevista una alumna (en este caso Residente de pre grado del Área Clínica) y yo. Breve resumen de una breve primer entrevista de admisión: La administrativa ya nos ha anticipado que se trata de una Señora que estuvo el día de ayer (vale aclarar que en este Centro de Salud sólo hay atención de psicología dos días a la semana) y que pide un turno para su esposo, que no puede venir por el horario de trabajo. Se presenta Juana a entrevista de admisión, ya estuvo en el día de ayer averiguando para la atención en Psicología. Refiere que el domingo próximo pasado su esposo intentó suicidarse, ingiriendo veneno para ratas, hace una pausa, se angustia y prosigue, “no se que pensó, es por la falta de trabajo en el puerto, él trabaja en una fábrica de pescado” (en algún momento de su enseñanza dice Freud que “el suicida se lleva todas las respuestas y nos deja con todas las preguntas”). “Tampoco me di cuenta, siento que fallé…”, En el Higa le han sugerido a él, “en realidad a los dos”, que realicen consulta psicológica, “él está arrepentido, no puede venir por el horario de trabajo”. Entonces yo le sugiero alternativas para la atención de su marido, que combinen con su horario de trabajo. Le pregunto por ella, cómo está, allí Juana puede manifestar sus interrogantes y angustia, y acepta la invitación a iniciar entrevistas. Pongo por escrito las sugerencias para su esposo y el turno para ella, y doy por concluida la entrevista. Juana comenta “había venido a buscar turno para mi esposo, y terminé siendo atendida Yo también…”. Una vez que se retira la consultante, la alumna observadora de la entrevista me interroga por la brevedad de esta entrevista, ya que “podría haberse extendido a fin de obtener mayor información, puesto que la señora estaba dispuesta al diálogo…” Esta pregunta me lleva a pensar varias respuestas. Afortunadamente las que le di a la alumna no me satisfacen, por lo que sigo elaborando la pregunta, elaboración que plasmo en este escrito. La pregunta de la alumna observadora contiene por lo menos dos afirmaciones: la primera respecto a que es necesaria una información, en cierta cantidad, y la segunda que se precisa un tiempo. Ahora bien, ¿qué información, qué tiempo? Comencemos por la información que es preciso recabar en una primera entrevista de admisión. ¿Qué hay que saber del consultante? Podemos decir que hay dos intereses: uno es el interés Institucional, hay que registrar los datos filiatorios del consultante, dirección, teléfono, quien deriva, referentes familiares, motivo de la consulta… básicamente esos datos, son los que espera la Institución que sean relevados. Ahora bien, a nosotros analistas ¿qué nos interesa saber de esta consultante, en este momento? Sabemos que el saber está en el consultante, pero que en este primer momento, en el mejor de los casos, la consultante nos supondrá eso que solucione su inquietud o malestar. Por lo que a nosotros respecta, nuestro interés está en determinar, escuchar, si existe en este pedido de atención algo del orden de la demanda. Si es así o no, eso definirá nuestra estrategia de abordaje. En ocasiones son necesarias más de una entrevista, y que esto sea enunciado en sus tiempos; esto es tan esencial como que pueda ser dicho, o no. Abundo pues, nos interesa determinar, a partir de la escucha del consultante, si existe demanda, qué del orden de la angustia, la predisposición a una terapia, qué presentaciones sintomáticas, qué idea se ha hecho el consultante sobre su malestar, si es que registra algún malestar, etc. Ya estamos en posibilidad de interrogarnos lo referente a los tiempos. Para un psicoanálisis se requiere tiempo. La intervención analítica, se despliega en la diacronía del discurso, y responde a tiempos, no solo ni fundamentalmente cronológicos, sino y precisamente a tiempos lógicos. Estos tiempos lógicos, podemos pensarlos como tres momentos: el instante de ver, el tiempo de comprender, y el momento de concluir. Estos se repetirán a lo largo de un análisis. En el caso descripto de esta primer entrevista, nos encontramos en el instante de ver, primer tiempo lógico de tres. Como instante, suele ser breve, con acento en la mirada. Concluir la entrevista deviene de haber escuchado algo del orden de la demanda en esta consultante. Queda inaugurado un tiempo de comprender. La recomendación aquí es tomarse el tiempo que sea necesario, para nuestro ejemplo, podría durar varias entrevistas, una misma pero larga, seguramente no nos apresuraríamos. Y finalmente, el momento de concluir, precipitar con nuestra intervención… y reiteradamente hasta el final de la intervención/tratamiento que se pudiera establecer. Recuerdo que Sigmund Freud, en la lección número 1 de sus “Lecciones Introductorias al Psicoanálisis” (1915/17), habla de tres dificultades inherentes al estudio del psicoanálisis, señalando que: la primer dificultad surge del hábito de ver (se refiere a la actividad en medicina, pero vale para la psicología) lo que el profesor habla, entonces se ve la conducta, los gestos…. El tratamiento psicoanalítico, sin embargo, es un intercambio de palabras entre el paciente y el analista. Esta conversación que constituye el tratamiento psicoanalítico es absolutamente secreta y no tolera la presencia de una tercera persona. Es posible presentar a los alumnos, por ejemplo en el curso de una lección de Psiquiatría, un sujeto neurasténico o histérico; y este paciente se limitará a comunicar aquellos síntomas en los que su dolencia se manifiesta pero nada más. Las informaciones imprescindibles para el análisis no las dará más que al médico, y esto únicamente en el caso de que sienta por él una particular ligazón emocional. El paciente enmudecerá en el momento en que al lado del médico surja una tercera persona indiferente. Quizás, y solo quizás, interrumpir una primer entrevista “observada”, deba realizarse a fin de inaugurar, preservar, y favorecer, una experiencia de análisis que no tolera terceros. También puede deberse a un “estilo” de intervención del analista… Autor: Lic. Leopoldo M. Piazza Mar del Plata, Junio de 2012 Leído en: IIas Jornadas de la Cátedra de Psicología Clínica Facultad de Psicología, Universidad Nacional de Mar del Plata

jueves, 17 de febrero de 2011

Psicoanálisis: y el hecho de las Situaciones de Violencia Doméstica (SVD)

Al poner en conjunción los dos términos del título, me propongo un posible anudamiento de ambos a partir de algunas reflexiones y el intento que desde el primero se explique algo del segundo.
Es oportuno entonces desarrollar mínimamente qué se entiende por situaciones de violencia doméstica.
Habitualmente se los define por las siguientes notas:
- se producen en el ámbito de la intimidad familiar a la cual, los denominados víctimas y victimario, pertenecen;
- son reiteradas y habituales;
- se basan en la supremacía (física y/o psicológicas) del victimario sobre la víctima;
- estas pueden ser agresiones físicas, emocionales o sexuales.

Habitualmente estas situaciones no suelen parecer problemáticas para quienes las viven y es recién con la intervención de alguien ajeno a este ambiente hogareño que las mismas devienen en motivo de alguna consulta o pedido de ayuda. Las más de las veces y en un primer momento, sólo se tiene noticias de ellas por una intervención policial, legal o por un auxilio sanitario por las consecuencias de las acciones desplegadas en las situaciones violentas.
Esta ajenidad no deja de llamar la atención de todo aquel que toma conocimiento de estas situaciones de violencia doméstica, máxime si se tiene presente que en sus consecuencias se incluye hasta la posibilidad de muerte tanto para la víctima como para el victimario.
No está demás mencionar que en estas situaciones de violencia doméstica se agrupan hechos en apariencia tan dispares como los golpes de un hombre a su mujer, como de los padres a hijos, el incesto, la desatención y/o maltrato a discapacitados y ancianos, etc.
Lo antedicho ha generado múltiples reacciones en las distintas sociedades, llevando esto a denominarla problemática social.
En foros internacionales se han recomendado y favorecido el establecimiento de leyes que en distintos países regulen la atención punición y recuperación de los implicados en estos hechos.
La referida “ajenidad” a los hechos de quienes están implicados en los mismos, ha favorecido una diversidad de líneas de intervención basadas en la educación y en la apelación a la “toma de conciencia” de los riesgos y sus consecuencias.
Basadas en estas premisas, una corriente de pensamiento y acción, en apariencia mayoritaria, despliega campañas de difusión del tema y alimenta programas televisivos, campañas preventivas, notas periodísticas, explicaciones e investigaciones científicas.
No obstante, y apelando a múltiples explicaciones convergentes, quienes se especializan en estudiar estos hechos, comprueban que los mismos lejos de disminuir, pareciesen aumentar.
Más en detalle, es conocido que las intervenciones legales, psicoterapéuticas, etc., se ven las más de las veces frustradas en sus objetivos rectificatorios. Sea que la mujer reincida con el mismo o con otro golpeador. Sea que el padre incestuoso no sea adecuadamente penado y aun así reincida en una nueva unión matrimonial, etc.
A todo esto un incremento en las condiciones violentas de las relaciones sociales cotidianas pareciera realimentar y realimentarse con y de estos hechos.
En el contexto de una humanidad que transita profundas transformaciones en sus relaciones sociales, donde se impone la llamada globalización, pareciera que “la violencia” también se globaliza.
Sin la intención de un análisis holístico del fenómeno de transformación que vive nuestra civilización, es oportuno puntuar que ni todo son rosas, ni todo son espinas. Color y dolor se entremezclan, dejando entrever breves instantáneas de ilusión en lo futuro, y densas realidades de miseria en el presente.
Nuestra sociedad mercosureña, a mitad de camino entre la barbarie y la civilización sin escapar a la globalización, la sufre, la vive, la produce. También en lo tocante a la violencia, quiero decir que produce violencia globalizada, balbucea un texto frente a ella, inmersa en esta ‘transición” angustiante, entre las olas y sin salvavidas.
No obstante, tenemos noticias ciertas de que los hechos violentos domésticos no respetan ni tiempo, ni espacio, ni jerarquías sociales. De los más remotos tiempos hay testimonios, de su existencia. Desde la tradición judeocristiana, pasando por la helénica, la oriental, o la mismísima precolombina, las situaciones de violencia doméstica están presentes como un enigma en los comienzos.
Lo nuevo: la nominación de estos hechos como situaciones de violencia doméstica (o violencia en la familia).
Hace ya un siglo Freud decía en carta a Fliess (31/5/1897) que el incesto, era antisocial, consistiendo la civilización en un progresivo renunciamiento al mismo.
Hoy nos es dado comprobar, en sus consecuencias, el acerto de este enunciado del conflicto entre las pulsiones y el acontecer civilizador.
Reproduciéndose en cada instancia singular, este conflicto también se hace presente, obscuro y enigmático, en el mismo origen de cada subjetividad singular.
En este aquí y ahora una irrupción. La tranquilidad de mi estudio y mis reflexiones se ve alterada. Ella llama y pide una entrevista no programada, urgente. Llamémosle Mirta.
Llega a mi consultorio. Poco interesa que se trate de mi consultorio privado o público, está en “emergencia”. Demasiado angustiada para un diván, por lo que da igual que el mismo esté o no.
Ha “salido” de una discusión con su pareja. Como en otras oportunidades la ira se hizo presente y fue cuestión de vida irse y buscar un refugio.
Pero hoy, además, necesita que la escuchen, me elige entre otras alternativas (policía, salita, amiga, etc.) para que la escuche, no sólo que la oigan.
En ese instante, lo social de las situaciones de violencia doméstica se torna en un hecho clínico, en singular, en un aquí y ahora con Mirta. Como no es la primera vez, no se detiene mucho en la anécdota, la discusión de la cual se salió para poder pensar. Tampoco describe el carácter violento de su pareja, ni los sufrimientos de la infancia de él que pudiesen justificarlo, ni los parecidos entre él y la propia madre de Mirta. Sólo menciona su propio temor, y la lástima por él.
No se queja de él, de sus estados cambiantes de ánimo, de su ira injustificada y a veces impredecible. Sí se detiene en que la relación con él ya no la hace feliz. Finalmente está ella, es ella en problema.
Hubo un recorrido hasta aquí. Se requirió de tiempo y escucha. Tiempo para que de ser mandada por, y pasando por la queja de, llegase a demandar.
Hoy a Mirta la trae una cuestión. La cuestión (lo que cuestiona) es decid-ir-se. Busca por la palabra mediatizar los actos reiterados. Actos que al re-conocerlos, la angustian.
En la actualidad de su discurso no deja de reiterar algunos momentos de su recorrido. No es la primera vez que algo será dicho-escuchado. Como un laborioso trabajo de reconstrucción arqueológica, no será sin vacilaciones. También hubo desánimo y abandono. No importa, lo re-construido está allí, y sólo espera el momento oportuno para el paso siguiente. Abandone o retroceda no será desde el mismo lugar inicial. Entonces tiempo.
La cuestión es decid-ir-se. El apóstrofe invisible fue recorriendo cada segmento.
En su familia (la del drama edípico), también se descubre infeliz. La infelicidad está allí como un enigma en el comienzo.
Está cansada, no sólo de él, sino de su propia incapacidad para decidir. Después de todo alguien (papá, él, otros) siempre lo hicieron por ella (decid:esto).
Surgen cosas no dichas. Su propia agresividad. Sus ganas de matarlo. Hoy ella lo puede decir. También aparecen los cuidados de mamá. Mamá también dijo de matarlo.
El apóstrofe llega al sé (decid-ir-sé). Mi abstinencia posibilita que hoy sea. Hoy es como más ella, pues siendo (siempre habrá un siendo) escuchada, no es decidida por.
Concluye la entrevista. Habrá otras entrevistas más. Algunas, quizás sean nuevamente de urgencia, pero ya desde su urgencia.
Mirta vuelve a su casa, sabe qué hacer si hay riesgo (alguien oportunamente ya la informó). Está decidida a que no vuelva a pasar. Más que una intervención policial, que un acto jurídico justo, que una orientación social respetuosa (más en tanto que suma, y más en tanto que supera) su decisión la aleja de la muerte.
Vuelvo sobre mi borrador. Habrá que proseguir. Mi ética me aleja de la ingenuidad realista de la ciencia, de la facilitación del síntoma en las taxonomías de los llamados problemas sociales (problemas para quién?).
Me encuentro con un amigo que me invita a su programa de radio. La invitación es distinta. No se trata sólo de escuchar. También quizás habrá que hablar...


(1997: Presentado en Reunión Laconamericana de Bahía (Brasil) y en 3° Jornadas Multidisciplinarias de A. P. S Mar del Plata.)

domingo, 21 de marzo de 2010

Discursos y Lazos

Pascuas de 1973. Miller interroga a Lacan: “¿qué del analista mientras los trabajadores de la salud mental se cargan al hombro toda la miseria del mundo?”
Son épocas de propuestas de “cambio” social, revoluciones y planetas.
La anti-psiquiatría se propone como una transformación en el abordaje de la locura y de la relación de la sociedad con ella. No hace mucho ha comenzado la “carrera espacial”. Y Cuba cuestiona con su sola existencia.
Lacan contesta: “cargarse la miseria es entrar en el discurso que la condiciona”.
Entonces, en el Discurso Capitalista, ¿se acarrea para protestar?
Lo que el acarreo logra es que siga funcionando.
Esto gira desenfrenadamente, no hay un lugar del Discurso Capitalista.
Cada discurso, y solo son cuatro, no es estructura, aunque en su conjunto nos remitan a la estructura. Cada uno no dice de un sujeto, aunque lo condicione.
Nos recuerda Carlos Ruiz que es el grupo de las rotaciones del cuadrado la formalización que esclarece los cuatro discursos (y por qué solo cuatro). El juego de los cuatro es estructura.
Si se denuncia se lo refuerza, se lo normativa.
Todo lo que se denuncia, el sistema lo incorpora y perfecciona.
Tan es así que podemos afirmar que el nazismo (que hace lazo pero carece de discurso) es la verdad del Capitalismo, y del Marxismo. Un fuera de discurso que no es psicosis (ver Cosaca).
¿Cuál es entonces la posición del analista? Seguramente no es agnosticismo político. ¿Una posición tercera?
Pienso en un hecho histórico. Por qué Heidegger no hizo disculpa pública (ver libro “Conmemorando a Heidegger” recopilación de notas sobre Heidegger que aparecieron en Imago Agenda de Letra Viva, un trabajo de Raul Cerdeiras “Heidegger y la política” que trabaja este asunto de por que no se retractó públicamente y si con los amigos…”la política hay que pensarla desde la política” …), hubiera sido respaldar al Capitalismo y entonces habría habido dos ganadores: capitalismo y marxismo, de lo que Heidegger se siente distante.
El nazismo, verdad del discurso capitalista y marxista.
Entonces: ¿son 36 los discursos?
A partir de la combinacion de las cuatro letras y de los cuatro sitios, solo 24 son las combinaciones posibles. Y Lacan toma 4 de ellas.
En los 70 se cargaban la miseria para producir modificación.
Hoy los extensionistas universitarios somos como cartoneros: cooperamos en el reciclado de la pobreza.
¿Y los trabajadores estatales? Solo buscamos guarecernos frente al diluvio de la demanda excesiva.
El Inconsciente no ex siste mas que a un discurso (insiste en un solo discurso), el histérico. Si la queja no se logra histerizar, ¿en qué discurso estaremos operando?
Existía antes de ser escuchado y producía efectos.
Solo en el discurso histérico la insistencia del Inconsciente, en los otros discursos hay cultura parches e injertos.
En el discurso del analista también, con lo que: ¿podemos afirmar que colabora en la producción de malestar, de miseria?
¿Se genera goce y después se lo acota?
Lazo social de los que permanecen en actividad, el analista se descarida (el analista/santo), termina siendo un desperdicio un resto, semblant de “a”.
Discurso Universitario ¿tiene que ver con la ciencia?
La ciencia, como la histérica, convoca al analista, y se enseña en la universidad.
La gula del Super Yo es estructural, malestar en la civilización.
Entonces, los efectos epocales a los que frecuentemente se hace referencia como para fundamentar variaciones o peculiaridades en la escucha, en la escuha hoy, entonces: ¿cuánto es adecuar la escucha en un procedimiento, y cuanto es, más bien, qué tan adecuada y precisa la escucha en cada caso?
La ética del bien decir es relativa al discurso del analista (del que se la extrae). No prospera en los otros discursos.

Leopoldo M. Piazza

(Escrito de mi autoría que integra la producción del cartel "Televisión", presentado el 3-06-06 en el marco de la Institucion Convocatoria al Psicoanálisis)

lunes, 2 de marzo de 2009

Supervisión de la Práctica Clínica en Pequeños Grupos

Supervisión de la Práctica Clínica en Pequeños Grupos

Orientado a: Psicólogos y Psiquiatras para dar respuesta a la necesidad de supervision de su práctica clínica.

Objetivos: - crear un espacio de intercambio de experiencias y puesta en común de las dificultades cotidianas en la práctica clínica.
- ofrecer un espacio de escucha a los miedos dudas y certidumbres emergentes de la práctica, facilitando localizar en cada participante aquello que hace obstáculo a la emergencia de un saber.
- facilitar la explicitación de las teorías que cada practicante pone en juego en cada situación concreta de su práctica.
- favorecer la valoración del espacio clínico como ámbito de indagación, y resaltar la necesaria formación permanente del practicante.

Duración: Cada pequeño grupo se reunirá quincenalmente hora y media.

Cantidad de integrantes: se prevé el funcionamiento en pequeños grupos de un máximo de cinco integrantes, a fin de favorecer la participación activa de cada uno de ellos.

Actividad: una vez conformado el grupo, cada integrante seleccionará de su propia práctica situaciones que presentará y someterá al debate grupal. El coordinador facilitará el debate creativo y puntuará textos teóricos que lo enriquezcan.

Para informes y preinscripción contactarse con: Lic. Leopoldo M. Piazza

a: leopoldopiazza@hotmail.com

lunes, 9 de junio de 2008

FUNCION: ANÁLISIS DE CONTROL

Autor: Lic. Leopoldo M. Piazza


Voy a referirme a una práctica que ha recibido y aun recibe diversos nombres: análisis de control, análisis bajo control, curas controladas, supervisión.
En nuestro medio, y con el fin de discriminarla de otras prácticas similares, se la suele denominar: análisis de control.
Se la ubica habitualmente como un tiempo esencial de la “formación del psicoanalista”. Pero como otros enunciados que se “dan por hecho”, corre el riesgo de instalarse como un deber, un imperativo: garantizar la competencia profesional y la integridad moral del iniciado.
Por otra parte, se recurre a ella como una vía más para el aprendizaje, como un respaldo para las exigencias y angustias que despierta la inexperiencia, etc.
En qué consiste?: básicamente un analista, usualmente joven y en formación, presenta el relato de una cura a su cargo a otro analista más experimentado.
Ahora bien: qué se analiza, qué se controla?
El diccionario nos ofrece las siguientes acepciones de la palabra control:
1- Comprobación o inspección de una cosa: ej. control de calidad, control de sanidad.
En esta línea estaría la posibilidad de ubicar el análisis de control como un dispositivo institucional que garantice la competencia del controlado y su integridad moral.
Ahora bien, un controlador, o una comisión de docencia que incluya dicha actividad, no puede producir analistas por el hecho de controlar su práctica. El analista se autoriza por sí mismo, o sea, llega a serlo debido a su propio análisis.
En todo caso esta garantía sería de orden social.
2-Dominio o autoridad sobre alguna cosa: aquí en esta línea de sentido, el controlador ejercería dominio sobre el controlado, trocado en objeto del control. O bien, le enseñaría al controlado a controlar sus: intervenciones, emociones.
Si descartamos la primera, por abyecta, también la segunda nos plantea la duda de si el propio manejo del analista no forma parte de su propio análisis, y entonces: el control sería un complemento, ¿suplementaria al análisis del controlado en lo que no hubiere de logrado?
3-Limitación o verificación de una cosa: ej. velocidad, gastos. Aquí se podría asociar al control como interviniendo sobre las intervenciones y las “técnicas” del controlado.
4- sitio donde se controla: el lugar institucional.
5-Conjunto de mandos o botones que regulan el funcionamiento de una máquina aparato o sistema. En esta línea, el controlador enseñaría técnicas y modos de intervención; regulando su aplicación por parte del controlado.
6-Control Remoto: Dispositivo que regula a distancia el funcionamiento de.... el controlador analiza por intermedio del controlado?

En “Función y campo de la palabra y del lenguaje”, refiere Lacan de la posición de privilegio, de segunda visión, del controlador, ya que el controlado hace de filtro presentando una estereografía que destaca ya los 3 ó 4 registros en que puede leer la partitura constituida por ese discurso. El beneficio para el controlado estaría si el controlador le enseñase a mantenerse en esa posición subjetiva segunda. Esto me lleva a pensar si el análisis de control no forma parte de la formación del analista en posición de control. Dicho sea al paso, Lacan muestra en este texto su preferencia por la denominación “inglesa” supervisión.

En el Seminario Nro. 21 (inéditamente editado) clase del 9 de abril de 1974 dice Lacan: “al autorizarse solo por sí mismo él no puede con ello sino autorizarse también por otros”.
A modo de conclusión, entiendo que la autorización no es un título, con todo lo que un título profesional conlleva. Sin embargo esto no ahorra del compromiso de dar cuenta de una práctica, ante otros. Los otros que menciona Lacan, podrían ser tanto otros analistas cuanto pacientes. En la misma clase y subsiguientes, trabaja la posición del analista como “ese objeto a que he de hacer advenir”, lugar de nadie, de falsa apariencia (semblante). Ocupar el rol del analista, pero ¿serlo?, autorizarse puede andar, pero serlo es otro asunto, “El analista je le dessuis: el objeto a no tiene ser”.

Bibliografía de Referencia:

“Acerca de la Practica de los ‘controles’. Nuevas notas al margen de3l informe de Favreau sobre la transmisión del psicoanálisis (1970)” Conrad Stein (EN “LA Muerte de Edipo” Ed. Nueva Visión Bs. As. 1978.

“El Control Cuestiones para psicoanalistas” Diana Voronovsky (comp) Ed. Nueva Vision Bs. As. 1991.

“Escritos I” J. Lacan Ed. Siglo XXI.

Srio. 21 “Los nombres del padre”, J. Lacan, inédito.



Marzo 2005

miércoles, 9 de enero de 2008

LA REALIDAD: EL PSICOANALISIS MAS ALLA DEL CONFORT(*)

LA REALIDAD: EL PSICOANALISIS MAS ALLA DEL CONFORT(*)

“Para una persona que desconoce el camino del Zen, las montañas son montañas y los ríos son ríos; después de un primer vislumbre de la verdad del Zen, las montañas ya no son montañas y los ríos no son ríos; después de la iluminación, las montañas vuelve a ser montañas y los ríos vuelven a ser ríos”
Dicho Zen

Y finalmente todo se ordena. Se precisa el principio, se pesquisa el sinuoso derrotero, y se supone su continuidad hasta el fin. Sólo finalmente se ordena. Como al detenerse el caleidoscopio, los elementos se constituyen en figura.
Sin embargo, en un comienzo era el caos. Fue necesario un tiempo para que la voz demandase y apareciera tras de ella el deseo. Un inadecuado instrumento: la palabra, ha sido pulsado por un deseo que devendrá impuro (el deseo del analista).
Al Suponerle a Su verdad ese Sujeto (Sujeto Supuesto al Saber), el hablante manifiesta su queja, enuncia su síntoma. Se inicia el recorrido, y los fantasmas se presentan. Imágenes olvidadas, recordadas, desconocidas, delatan la Otra Escena. Reiteraciones y vacíos articulan la senda. Una queja y una búsqueda. Al tiempo, parece conocerse la mecánica. A cada intervención eficaz, algo del sujeto adviene. Y una sensación reconfortante (no sólo de confort, de re-confort) invade al hablante (ver Carta 73). Parece saber que lo que desconoce puede buscarlo en ese inagotable almacén. La queja cede, o aumenta, pero hay un bien-estar. Es el momento crucial: perpetuarlo o pro-seguir. Por qué ir más allá? Hacia dónde, si hay un dónde? Si la nada es deseable. Y deseable para quién?
El quién no piensa, sólo escucha. Con su escucha marcará la dirección. En éste es así. La estructura en su singularidad, dirá de si. Del síntoma al fantasma. La verdad del sujeto será desbrozada por el analista, quien soportará ese deser. Subsistiendo en esa realidad alienada, de la cual no hay medida, el sujeto podrá pensarse dividido, y descubrirá el motor de su realidad (el fantasma). El analista será la causa del descubrir.
El analista, “alienación condicionada” por un no-pienso-luego-escucho, que es por él sabido. Saber in-soportable en soledad. Y finalmente está con los otros. Compartiendo escuchas y escritos, sin poder intercambiar ese saber. Erudito del silencio.
Es este “campo abierto a la experiencia” por un procedimiento (el freudiano), la realidad. Realidad absolutamente unívoca frente a la que los otros discursos (del amo, del universitario, de la histérica) enredan, haciendo flotar lo real.
Fin/principio de siglo, otro más. Momento de continuar. Más allá del confort idealista (la realidad por mi medida). Más allá de la ingenuidad realista de la ciencia. Más allá de la facilitación del síntoma en las taxonomías de los llamados problemas sociales (problemas para quién?).
Sostener la dirección del procedimiento freudiano . Momento crucial. Perpetuarlo o pro-seguir. Más allá del confort irreductible. Repetición y motor de lo por-venir.
Quienes llevamos un tiempo en ello, en breve seremos pervivencia del siglo pasado. Quienes estén adviniendo analistas, serán los del dosmil. Para ellos una última frase:
“... en la mente del principiante hay muchas posibilidades, pero en la mente del experto hay pocas” (Shunryu Suzuki)

Autor: Leopoldo M. Piazza

NOTA: El presente escrito está basado fundamentalmente en la lectura de: “Del Psicoanálisis en sus relaciones con la realidad” (1967); Intervenciones y textos. Lacan, Jacques; Ed. Manantial 1988; Bs. As.
Y fue presentado en las 1ras Jornadas de Convocatoria Al Psicoanálisis en Abril de 1997.


Carta 73 de Sigmund Freud a Wilhelm Fliess

En su carta del 31 de octubre de 1897 a Wilhelm Fliess escribe Freud (cito parte de la misma):
“... Los negocios andan tan mal por aquí que, según creo, nos esperan tiempos muy difíciles, como, por otra parte, ya corren desde hace mucho en otros sectores....
Mi propio análisis sigue siendo el principal objeto de mi interés. Todo está todavía muy confuso, incluso la índole misma de los problemas; pero al mismo tiempo tengo la reconfortante sensación de que no tendría más que echar la mano a mi despensa para sacar oportunamente cuanto necesite. Lo más desagradable son los propios estados de ánimo (die Stimmungen) que a menudo velan totalmente la realidad (die wirklichkeit). Tampoco la excitación sexual le sirve ya de nada a una persona como yo. Con todo sigo lleno de entusiasmo, aunque por el momento los resultados brilla por su ausencia....
Bajo la influencia del análisis, mis molestias cardiacas han sido reemplazado últimamente por trastornos gastrointestinales.
Discúlpame la charla desordenada de hoy que sólo está destinada a mantener la continuidad de nuestra correspondencia.”

PSICOANÁLISIS – SUICIDIO – HOY

PSICOANÁLISIS – SUICIDIO – HOY

Como se expresa en los fundamentos de este Congreso, el suicidio constituye un problema de salud pública. También es la expresión extrema de un conflicto subjetivo. El suicidio logrado nos deja con todas las palabras, él ha rehuido a ellas, y las explicaciones quedan a cargo de quienes le sobreviven.
Por una parte entonces, el enigma sin resolver del por qué tal decisión. Por otro lado el interrogante de si se podría haber evitado.
Ambas preguntas tienen necesidad de ser desplegadas en el nivel particular del caso, como en el nivel comunitario de políticas: sanitarias, educativas, políticas públicas en general.
Hace unos años atrás, en un trabajo que presenté en las Jornadas Lacanoamericanas de Psicoanálisis en Salvador de Bahia(1997), fundamentaba la imprescindible presencia del psicoanálisis en la acción Inter.-disciplinar de la APS. Decía en aquel entonces que es desde la teoría, y desde la practica misma de esta disciplina de lo inconsciente que, por una parte, se pueden leer los resortes de la vida colectiva humana, y encontrar las nociones que orienten el quehacer en el ámbito colectivo, respetando las singularidades y previniendo los devastadores efectos de masificación. También señalaba que el lugar del analista en lo cotidiano de la APS no solo pasaba por sostener la ética de la escucha, sino también tomar la palabra. Y aquí estamos.
El Psicoanálisis en su experiencia originaria, procede por vía di levare. Así como el escultor descubre la estatua que ya está allí en el bloque, el analista pesquisa la estructura subjetiva en el despliegue discursivo que se ofrece a su escucha, favoreciendo que advenga la verdad del sujeto.
Solo retroactivamente dirá de la causa. ¿ Cómo entonces anticiparse, cómo predecir y prevenir los riesgos que se presentan cotidianamente en la clínica?
La posición del analista no es ingenua. Su saber-hacer se asienta en una sólida y rigurosa formación (el consabido trípode freudiano: su propio análisis, el aprendizaje sistemático de la teoría, el análisis de control).
En 1910, en un Simposio sobre el Suicidio, Freud se preguntaba cómo es posible que llegue a ser superado en la situación de suicidio (lograda o no) el poderosísimo instinto de vida, y si esto era “posible por el simple efecto de la libido defraudada o si existe también una renuncia del yo a su conservación, emanada de motivos puramente yoicos”.
Cinco años después, en Duelo y Melancolía, Freud expone el estado de indagación psicoanalítica con claras referencias a estas preguntas.
En este trabajo, compara el estado clínico de la melancolía con el afecto del duelo.
En ambos de lo que se trata es de la pérdida de objeto amado. En uno como en otro encontramos que 1)cesa el interés por el mundo exterior, 2)se pierde la capacidad de amar, 3) se produce una inhibición de todas las funciones (Ej.: insomnio, rechazar alimentarse).
El afecto de duelo es de carácter transitorio, y es de esperar que estas “disfunciones” tiendan a atenuarse y desaparecer, conforme avance el trabajo de duelo.
Pero en la melancolía específicamente verificamos: 1) perturbación del amor propio (reproches y acusaciones dirigidas a la propia persona), pudiendo llegar a la espera delirante de castigo; 2)empobrecimiento del yo; 3)referencias del sujeto a quitarse la vida expresadas sin pudor.
Ninguna de estas tres condiciones se verifican en el duelo, en el cual el objeto perdido es conocido, mientras que en la melancolía la pérdida de objeto amado, de naturaleza más ideal, es sustraída a la conciencia.
Se sucede en la melancolía un conflicto entre el yo y la instancia crítica del yo.
Tres, entonces, son las premisas de la Melancolía: perdida de objeto, ambivalencia, regresión de la libido al yo (“por una identificación con el objeto la sombra del objeto cayó sobre el yo”).
Tenemos entonces la importancia del diagnostico en transferencia, que permita despejar lo más tempranamente posible de qué tipo de presentación se trata (acting-out ofrecido a la interpretación, o pasaje al acto?), y cual será la dirección de la cura, tareas éstas propias de un analista entrenado, que se sumará a un equipo de trabajo, aportando sus opiniones y escuchando los impasses de tal interacción; contribuyendo con un trabajo puesto en común a disminuir en todo lo posible el riesgo (vale remarcar, sin garantías) y el sufrimiento del paciente o consultante.
Cuando expreso una labor Inter.-disciplinar, afirmo que otros operadores (asistente social, psiquiatra, enfermero, etc.) estarán presentes, favoreciendo articular con la familia, cuando ésta esté, y/o generando una red de contención cotidiana del sufriente en consulta (amigos, vecinos, etc.).
Entiéndase que este esbozo de Inter.-vención, Inter.-disciplinar, es válida tanto para el ámbito público cuanto para el ámbito privado, con sus peculiaridades. Es necesaria la aclaración, ya que es habitual pensar en la Salud Pública como ámbito de lo estatal solamente (en tanto que en rigor el Estado es responsable y quien debe – o debiera – regular, pero no el único actor) y orientado, se piensa generalmente, a sectores desprotegidos, pobres. Pero como suelo enunciar, si se piensa desde la pobreza, se piensa pobremente. Entiendo que todo dispositivo, asistencial o preventivo, en el ámbito de que se trate (público o privado) y del área que sea (salud, educación, seguridad, etc,) ha de plantearse con posibilidades de aplicación, en estos términos, universal.
En el Malestar en La Cultura, Freud se interroga sobre las condiciones de vida de los seres humanos.
La vida se presenta con pesares, para los cuales se ofrecen a los humanos tres tipos de lenitivos (paliativos para superar esos pesares): distracciones poderosas que tornan pequeña nuestra miseria (desde el cultivo del jardín a la dedicación a la ciencia, etc.); satisfacciones sustitutivas que reducen el pesar (el arte); narcóticos que modifican el quimismo de los órganos insensibilizándonos (“A quien tenga pesares no le falten licores”).
Si bien los hombres aspiran a la felicidad, tres son las fuentes de sufrimiento que deben enfrentar: provenientes del propio cuerpo, del rigor de la naturaleza, de las acciones de otros seres humanos.
Eros y Ananke (amor y necesidad) son los padres de la Cultura. Señala Freud que ésta cumple con dos fines: regir las relaciones de los hombres entre si, y protegernos contra la Naturaleza.
Pero esta misma Cultura que permite que convivan mayor número de seres humanos, impone una serie de restricciones al individuo. Se produce entonces un conflicto entre el amor y la cultura.
Así como en el plano singular, el reforzamiento del yo, en conflictos como veíamos recién, de neta factura narcisista, es empujar al suicidio (en tanto el “consejo” puede reforzar la instancia crítica del yo, que por si solo ya lo martiriza), en la lógica de lo colectivo, es ineficaz dirigir las acciones a eliminar un malestar, que lo es de estructura. ¿Cuál entonces la dirección a seguir?.
Mencionaba hace un rato un Simposio sobre Suicidio de 1910, donde la intervención de Freud apunta en particular sobre una importante misión de la educación, lo hace en estos términos: “La escuela secundaria, empero, ha de cumplir algo más de abstenerse simplemente de impulsar a los jóvenes al suicidio: ha de infundirles el placer de vivir y ofrecerles apoyo y asidero en un período de su vida en el cual las condiciones de su desarrollo los obligan a soltar sus vínculos con el hogar paterno y con la familia. Me parece indudable que la educación secundaria no cumple tal misión y que en múltiples sentidos queda muy a la zaga de constituir un sucedáneo para la familia y despertar el interés por la existencia en el gran mundo”.
Por ser tan vasto el ámbito de intervención, me centraré en la educación, y en particular el nivel medio, que abarca el período de la pubertad. Este momento de la constitución subjetiva, es universal y una bisagra en el desarrollo del parletre. Momento de reafirmación de los procesos iniciados en el período instituyente de la subjetividad (la niñez), y quizás la última oportunidad de una intervención que permita rectificar rumbos.
Hoy, en nuestra Argentina, (según investigación del Grupo Equis, de Artemio López) más de 1.500.000 adolescentes se encuentran fuera de la escolaridad y sin ninguna ocupación. Esta pre-ocupación ha sido manifestada aún en el Parlamento Nacional, sin arribarse a una sanción de ninguna política específica.
Quizás sea el sector de nuestra población en mayor riesgo. Acosado por la crisis que transitamos, que no muestra horizontes ni objetivos de vida, y transitando sus propias crisis subjetivas, en variadas formas, todas ellas siempre necesitadas de un mayor respaldo, tanto familiar, como (y fundamentalmente) social.
Lejos de ser sujetos de cuidados y atención especial, son objetos de crítica, cuestionamiento, y blanco de las más variadas publicidades (tanto orientadas al consumo como las supuestamente “preventivas”).
Tal vez no sea tarde aún para revisar qué estamos haciendo, qué dejamos de hacer, e impedir que esta generación sea empujada a suicidios individuales, o exterminio colectivo.


Buenos Aires, Agosto 2005

Texto de mi presentación en el Primer Congreso Internacional de Suicidiologia
UCC, Córdoba, Argentina (19 y 20 de agosto de 2005)

Autor:Leopoldo M. Piazza